Generación Consolera es el blog personal de Fran, servidor, sevillano de 26 años apasionado de los videojuegos desde que jugó por primera vez a la Mega Drive de su hermano mayor. Yo contaba seis privameras y no tardé en convertirme en ávido lector de revistas como Superjuegos o MegaSega. Tardé algunos años en hacerme con mis propios juegos, y puedo presumir de haber tenido, a tan tierna edad, buen gusto para escogerlos: Dynamite Headdy y el impagable Flashback.
Luego llegó Playstation y fue una revolución. Los juegos eran mejores y más baratos (compré Tomb Raider por 4.495 ptas, la mitad que un cartucho de Mega Drive), podías comprarte la revista oficial con su demo y, lo más importante, gritar a los cuatro vientos que adorabas los videojuegos sin quedar como un pringao. La vida era maravillosa, y su catálogo propio, a mi juicio, el mejor que ha tenido consola alguna.
La sexta generación puso el broche de oro a una era que parecía no tener fin. Grandes juegos con gráficos e ideas sorprendentes que, aunque empezaron a dar muestras de alguna que otra tendencia preocupante, nos regalaron momentos inolvidables. A destacar la negra de Sony, todoterreno donde las haya, incombustible; sin duda la mejor consola que ha existido considerando su retrocompatibilidad. Por ello y el bajo precio de sus juegos en segunda mano me cuesta entender que la siguiente generación se haya abierto camino. Y es que hacía falta una gran idea, algo sin parangón para devolver a la industria esa ilusión que parecía irse desvaneciendo: y aunque aterrizó a las tiendas en 2006 de la mano de Nintendo, el resto de las compañías siguieron su curso.
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El club de los Aristócratas te observa |
Un punto de inflexión
Hoy en día suceden muchas cosas en la industria que no me gustan y van minando mi ilusión por ceñirme a la actualidad: el lógico e inevitable auge online, al que no le veo la gracia; los gráficos más feos que he visto desde la tercera generación de consolas; demasiados FPS y hack n' slash clónicos repletos de QTE's; los cansinos DLC; obsesión por la tecnología (¿qué importa si el juego tiene scan progresivo, corre a 60 fps o tiene HD?) y una sangrante pérdida de identidad entre géneros e incluso compañías. Lo más interesante de Xbox 360 y PS3, salvo honrosas excepciones, son los descargables y juegos indies, pero éstos no pueden competir con los grandes juegos de las dos anteriores generaciones.
La excepción a esto la encuentro en la única consola que acaba de morir: Wii. Una consola que, a pesar de esa vertiente social y casual que no me interesa tanto (y gracias a la cual se ha ganado al gran público), es la única que ha apostado sin complejos por todo aquello que valoro y disfruto como jugador: el valor del videojuego como lenguaje propio, como valor en sí independiente del cine o la realidad. Posiblemente, la única consola de séptima generación que tenga, y en mi opinión una de las más infravaloradas de la historia.
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¡Eres un videojuego, maldita sea! ¡Disfrútalo! |
Y es que con algún que otro emulador (Génesis, el inagotable MAME), mis más de 130 juegos originales de Playstation y PS2, mi Xbox original con su reducido catálogo, y mi flamante Wii lista para ser exprimida entre consola virtual, juegos de Gamecube y catálogo propio, me veo con material de sobra para dedicarme a desenterrar joyitas hasta que vuelvan a surgir propuestas interesantes.
Por último, decir que el blog está abierto a comentarios y críticas, y estaré encantado de entrar al trapo cuando se me brinde la ocasión, siempre en tono desenfadado y de humor. Las opiniones más singulares son señal de honestidad y pasión hacia el medio, y tampoco pasa nada por que diga que Final Fantasy VII me pareció un coñazo, por ejemplo. Y es que cualquier juego que no sea físicamente posible terminar en menos de tres-cuatro horas es una bazofia, como todos sabéis.
¿O no?
¡Bienvenidos y a darle caña!